Soy madrileña, aunque mi sangre es asturiana, tierra que me adoptó hace algunos años. En Madrid crecí, aprendí a jugar, a relacionarme, conocí por primera vez la amistad y el amor, me formé, y muchas cosas más.

En general, mi sensación es que mi vida es o ha sido bastante «normal», la verdad.

En la carrera fui a mi primera psicóloga porque no estaba pasando por un buen momento, pero sin duda ese tipo de terapia no era lo que necesitaba, no acababa de entender qué me pasaba, ni de solucionarlo. Y, hasta que no empecé, varios años después, mi proceso de terapia EMDR, no lo entendí.

Resulta que esta terapia la empecé en lo que yo determiné como «el mejor momento de mi vida» y ¡GUAU! Ese proceso de exploración, autoconocimiento y sanación me hizo encontrarme. Por fin podía entender por qué tenía temporadas en las que me sentía perdida, incomprendida o abandonada, por qué caía en relaciones que no me hacían bien pero que tenía miedo de perder, por qué tenía bloqueos motivacionales derivados de mi autoexigencia… Me di cuenta de que sabía cuidar de los demás, pero que, en ese proceso, a veces se me olvidaba cuidar de mí.

Cuando descubres todo eso te das cuenta de lo fundamental que es que los psicólogos vayamos a terapia para poder acompañar, libres de nuestras heridas.

Y, tiempo después, la vida me trajo a Asturias, de donde es toda mi familia, y aquí me quedé. En un primer momento vivía en un pueblito lejos de la ciudad, lo que despertó en mí la faceta emprendedora y creé, con mucho cariño, este proyecto, a través del cual acompaño online a personas como tú en sus procesos terapéuticos.

Y aquí estoy, ahora desde Oviedo, coordinando este proyecto tan bonito y especial para mí en el que te encuentras ahora.